Los
niños y sus distintos talentos
"La reforma prácticamente elimina la música del
currículo"
La comunidad educativa
está otra vez agitada. Han pasado cuatro años desde la total implementación de
la anterior ley educativa, ha habido elecciones y juegos olímpicos, lo que
parece significar que nuestra ley educativa está obsoleta y necesita un cambio
radical. Sin embargo, los que trabajamos en educación sabemos que cualquier
proyecto educativo (y mucho más una ley) debe de tener su tiempo de
implantación, desarrollo y consolidación. Durante todo el siglo XX y lo que
llevamos de siglo XXI, se han defendido tesis centradas en los valores del arte
para la formación integral del individuo y, a su vez, los sistemas educativos
han ido haciendo mención a las artes en sus currículos y, en teoría,
introduciéndolas en los mismos. En teoría, ya que lo que encontramos es que los
debates acerca de la calidad de la educación ponen su énfasis en las “áreas
instrumentales” relacionando las artes con una actividad “agradable”, un
“ornamento” prescindible del que se obvian sus contribuciones al desarrollo de
todas las personas.
Desde la Antigüedad Clásica existió una fuerte
preocupación por conseguir que la educación tuviese un carácter integral y
dentro del mismo siempre fue partícipe la música. Desde el arte de las Musas
(Mousiké), pasando por la escuela pitagórica, Platón o Damón se preocuparon
intensamente por la teoría musical o el poder de la música para conformar la
personalidad de los ciudadanos. Estas ideas se transmitirían así en la Edad
Media, cuando encontramos el Quadrivium, formado por aritmética, geometría,
astronomía y música. Progresivamente, la educación musical se enfoca desde dos
vertientes: por un lado el desarrollo de las destrezas técnicas y teóricas
básicas para la formación del músico y, por el otro lado, la educación musical
como base para el desarrollo de la personalidad del individuo. En España
durante el siglo XIX aparecen los primeros conservatorios, a imagen y semejanza
de los conservatorios italianos, centros de estudios orientados hacia la
profesionalización. Sin embargo, en este mismo período, la “Ley Moyano” aparta
la música del ámbito escolar. Con esta ley la educación musical se mantuvo en
los conservatorios o escuelas de música, sin importarle que no todos los niños
y niñas tuvieran acceso a estos centros. Mientras tanto, en otros países europeos
grandes profesionales de la música (como fueron Carl Orff, Emile Jaques
Dalcroze, Edgar Willems o Zoltán Kodály) desarrollan nuevas aproximaciones o
pedagogías de la música, cambiando profundamente los cimientos de los sistemas
educativos de los países que creyeron en ellos, como es el caso de Hungría.
La mayoría de los docentes de música hemos tenido
acceso a estudios musicales desde la infancia y somos conscientes de los
beneficios que estos estudios han ofrecido a nuestro desarrollo personal. Es
por esto que cuando la LOGSE consideró la música como un área importante para
el desarrollo del ser humano los que habíamos tenido el privilegio de tener
acceso a ella fuimos conscientes de la oportunidad que suponía su
universalización y accesibilidad a toda la población. La LOGSE supuso un
impulso consciente hacia la introducción de áreas que buscaban la practicidad,
la interdisciplinariedad y la búsqueda de nuevos lenguajes. En este contexto se
sitúan materias como música, plástica y tecnología. Desde el principio tuvieron
detractores. Ningún comienzo es sencillo y los docentes teníamos que iniciar
nuestra labor desde cero, sin referencias en nuestras experiencias personales,
ya que las clases de música en primaria y secundaria difieren mucho de las de
un conservatorio o escuela de música. También los alumnos y alumnas tenían que
acostumbrarse a otro tipo de clases mucho más prácticas y participativas. La
LOGSE era ambiciosa y fracasó por diferentes motivos y las leyes posteriores,
confundiendo los problemas de la sociedad con unos currículos que no coincidían
con los tradicionales, penalizaron aquellas materias que se relacionaban
directamente con la LOGSE. La siguiente ley que se llegó a aplicar totalmente
fue la LOE, en la que se contemplaba una menor presencia de la música en el
currículo, en favor de otros conocimientos que se consideraron prioritarios y
ahora, en la LOMCE, una ley que en su exposición de motivos declara no estar
centrada en el alumno o alumna, sino en la empleabilidad futura que este podrá
tener, se señala que estas áreas del conocimiento no son útiles para el
individuo, ya que esta ley no valora lo que nos forma como ciudadanos y seres
humanos.
Mientras otros países consideran la educación
musical como prioritaria, como el caso de Suiza, donde recientemente reformaron
la Constitución para reforzar la educación musical en la escuela, en España se
ningunean las artes escénicas, música y danza dejándolas sin espacio para su
desarrollo. De hecho, la LOE expulsó la materia de Historia de la música como
optativa propia del bachillerato de humanidades, no incluyéndola, para nuestro
asombro, entre las reivindicadas humanidades, ahora la LOMCE acaba con el
bachillerato de artes escénicas, música y danza y con ésto decide que tampoco
forman parte de las artes (ya que sí mantiene una vía de Artes, en la que no
hay ni una materia relacionada con las artes escénicas, música o danza). La LOE
creó la vía de bachillerato de artes escénicas, música y danza y tras muy pocas
promociones la LOMCE la hace desaparecer, con la excusa de un exceso de oferta
educativa. Sin embargo, esta opción existe en muy pocos centros en España, uno
o dos por provincia, y supone coste cero para las arcas públicas, ya que es
impartida por los propios docentes de los centros. Al existir en pocos centros
la demanda es elevada. El alumnado que cursa estos estudios es alumnado que ve,
por primera vez, que estudiar análisis musical, historia de la música y danza o
artes escénicas está al mismo nivel que quien estudia griego, química o
historia del arte, por poner unos ejemplos. Posteriormente los estudiantes
siguen estos estudios, otros estudios menos relacionados o ningún estudio,
exactamente igual que el resto de estudiantes de bachillerato. Cuando
desaparezca esta modalidad, sus titulados serán una rara
avis, una especie extraña que no se repetirá y los alumnos y
alumnas que consideren que ese es su vehículo de expresión y aprendizaje
natural pasarán a hacerlo en sus ratos libres, mientras aprenden y se titulan
con las materias que de verdad importan.
El
sistema educativo tiene que garantizar que los niños y niñas desarrollen sus
distintos talentos, como seres únicos y geniales
El presente no garantiza a ningún niño o niña de este
país desarrollarse musicalmente, pero el futuro se presenta más oscuro todavía.
Los más pequeños seguirán sin tener necesariamente clases de música y expresión
corporal en educación infantil. En primaria tendremos que soñar con que la
música siga existiendo dentro del área de la educación artística, la cual
actualmente dedica una hora a la semana a la educación plástica y otra hora a
la educación musical, el anteproyecto no lo especifica. En secundaria la música
será obligatoria en dos cursos, lo que parece no diferir con la situación
actual. La gran diferencia es que la música pierde su carácter optativo en el
resto de cursos de educación secundaria. Existen comunidades autónomas en las
que un niño o niña, si quería, podía tener acceso a la educación musical desde
infantil hasta el bachillerato, ya que los cursos en los que no era una materia
obligatoria se podía escoger como optativa. El anteproyecto de la LOMCE borra
esta posibilidad dejando la música como una isla entre toda la secundaria, y
nuestros niños y niñas perderán la oportunidad de seguir aprendiendo,
desarrollándose y participando en los centros educativos por medio de la
música. Todos los estudios realizados demuestran que la educación musical
mejora la concentración, la memoria, la coordinación, la expresión, la
capacidad de síntesis, la empatía o el trabajo en equipo y, sobre todo,
contribuye al desarrollo cognitivo. Pero además, las clases de música fomentan
las actividades colaborativas, la integración de los niños y niñas en un grupo,
fomentan el intercambio de ideas, el respeto entre iguales, la integración, la
creatividad, el conocimiento de otros contextos y el desarrollo de la
inteligencia emocional. Actualmente, muchos alumnos y alumnas, una vez que han
encontrado su lenguaje, su autoestima y lugar en el grupo por medio de la
música observan que también les interesan otras áreas del conocimiento que
consideraban ajenas a ellos. La LOMCE prácticamente elimina la música del
currículo, así pues, cuando no tengamos estas clases de música ¿Qué pasará con
los alumnos y alumnas que se enganchan al sistema educativo por medio de estas
materias?, ¿Qué pasará con los alumnos y alumnas que encuentran su lenguaje por
medio de la música?
No existe un único lenguaje, ni una única
inteligencia, ni un único talento. Todos los niños y niñas cuentan, en mayor o
menor medida, con distintas inteligencias, pero cada estudiante se relacionará
con su entorno, usando unas antes que otras, apoyándose en el lenguaje verbal,
matemático, espacial, corporal o musical, por ejemplo. El sistema educativo
tiene que garantizar que los niños y niñas desarrollen sus distintos talentos,
como seres únicos y geniales, y el hecho de que haya estudiantes que se marchen
de la escuela sin haber descubierto al menos uno de sus talentos supone un
fracaso del sistema educativo y, eliminando los distintos tipos de lenguaje y
no considerando las inteligencias múltiples es seguro que muchos chicos y
chicas se verán abocados a la frustración y al rechazo ante su aprendizaje
personal.
Beatriz Alonso Pérez-Ávila
Profesora de música en el instituto público Afonso X O Sabio
de Cambre (A Coruña)
Presidenta de la Asociación de Docentes de Música de
Secundaria de Galicia (ASOMUSICA)