22 de febrer del 2009

Hem llegit

"La música es la alternativa al Kaláshnikov". (Angeles Espinosa. El pais.)
Resulta difícil imaginarse a Karim Wasfi con un arma en la mano. Y sin embargo, el flamante director de la Orquesta Sinfónica Nacional de Irak admite haber cambiado brevemente el chelo por un Kaláshnikov. Fue después de la invasión estadounidense, cuando acudió con otros músicos a liberar la Escuela de Música y Ballet de las garras de un grupo islamista de cuyo nombre no quiere acordarse. Luego, empeñado en que la música tiene un papel en la normalización de su país, ha tocado más de una vez con una pistola al cinto.
A sus 36 años, este hombre grande, en todos los sentidos, muestra un refinamiento que revela su educación en una familia de artistas (su padre cambió la diplomacia por el teatro y su madre era profesora de música en El Cairo, donde nació él).
Su atuendo impecable es toda una declaración de intenciones en este Bagdad quebrado por la violencia. "La música clásica no es mero entretenimiento; puede enseñar a la gente cómo gestionar sus desacuerdos, a vivir de forma civilizada", afirma.
A la vez que lucha por una sede permanente para la orquesta o por salarios dignos para sus 80 miembros, Wasfi se ofrece para hacer sonar su chelo en asilos de ancianos, orfanatos y centros psiquiátricos. Está convencido del valor terapéutico de la música. Por eso busca fondos para su proyecto Orquestar la Paz a través del Arte: clases que sirvan para transmitir valores a los jóvenes. Es la niña de sus ojos. Su misión.
"Los jóvenes iraquíes no tienen modelos, ni proyecto vital. Quiero ofrecerles una alternativa a las milicias y los suicidas. Que vean que pueden elegir entre tocar la flauta o el violín y empuñar un Kaláshnikov", explica. No se trata tanto de buscar cantera como de trazar lazos entre orquesta y sociedad.
Suena a utopía, pero hace unos años también lo parecía que la sinfónica fuera a salir adelante en medio de los atentados y la temporada pasada Wasfi logró actuar en Bagdad y en Babilonia. Pronto lo hará en Kerbala, Basora, Ramadi, Haditha y Nasiriya, lugares antes imposibles. ¿Por qué odian la música los extremistas? Wasfi mira a los ojos antes de responder. "Porque tienen miedo de la libertad". Él ha recibido amenazas, pero se niega a claudicar. Incluso pidió una fetua que afirma que la música no está prohibida.
No se trata sólo de conseguir fondos. Hay que buscar un espacio seguro, lograr permisos, pensar cómo van a regresar a casa los músicos y asegurarse de que la lista de invitados no excluye a ningún grupo.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/ultima/musica/alternativa/Kalashnikov/elpepiult/20090206elpepiult_2/Tes